sábado, 18 de mayo de 2013


Si no te dan explicaciones, no las pidas.
No mereces rogar para que te digan lo que te ocultan.
Si te ocultan algo, no puede ser bueno.
Y si no es bueno, ¿para qué querer saberlo con tanto empeño?
Saber que no es bueno, ya es suficiente.
La falta de explicación es tu explicación. 

Las personas no desaparecen, simplemente pierden el interés y deciden que no quieren ser parte de tu vida


  Y no está mal, cada quien tiene derecho a irse o a quedarse cuando quiera; hay que aprender a dejarlos ir. No te queda más que aceptarlo, recordar lo bueno, desechar lo malo y seguir adelante. ¿Qué sentido tiene tratar de retener a alguien que te ha dado las suficientes señales que no quiere saber nada de ti? Duele, y es bueno porque aprendes a darte cuenta a ser fuerte y a aguantar. Aunque es irónico que te digan que cada vez duele menos, cuando te das cuenta que cada vez te duele más y lo único que esperas es que llegue el día en que ya no sientas más dolor.

El corazón tiene puertas, y hay que aprender a cerrar cada una en su momento, y si alguien se va sin cerrarla, tu debes de hacerlo. Quien entra tiene derecho a irse, porque es libre. Ser sincero con alguien no te garantiza que esa persona te valore, demostrar lo frágil que eres no significa debilidad, y cuando lo haces te expones y corres el riesgo a que no le den importancia. Está bien cometer errores. No tiene nada de malo terminar creyendo que la persona que te importó realmente no tenía corazón o es un robot. Al final y al cabo solo fueron palabras, aunque te hayan hecho sentir bien en su momento.

En la vida se gana y se pierde, cuando se gana demasiado hay que aprender a perder para recuperar ese equilibrio entre ganar y perder. No todas las personas que conoces o que te hacen creer que les importas, realmente les importas. Sin embargo, al final te dan experiencia para poder discernir mejor entre la verdad y la mentira. Hay que dejar ir a quien no quiere ser parte de tu vida, tratar de atraparlo y buscarlo de regreso solo te causaría más daño. El dolor es bueno, al menos te recuerda que sigues vivo.

Luego que la persona pierde el interés en ti, ¿qué te queda? Aceptarlo y olvidarlo lo más pronto posible, y con el tiempo se aprende a  hacerlo. Las personas que realmente quieren estar contigo te lo demuestran con acciones, porque las palabras se las lleva el viento. Están contigo en momentos importantes en tu vida, y en aquellos en que sientes que ya no te queda nada, para ayudarte a llenar el vacío que sientes por dentro.

Hay que aprender a discernir entre la verdad y la mentira, saber comprobar la veracidad de las palabras… Al final, ¿qué son las palabras? Nada. En la vida hay momentos en que conoces a alguien que te hace sentir completamente cómodo, con quien puedes ser tu mismo sin tener que pretender nada, puedes abrirle tu mente, compartirle tus pensamientos, miedos, esperanzas y sueños… Pero eso no garantiza nada, todo se acaba y hay que aprender a aceptarlo. No hay que perseguir a la persona que decidió dejar de ser parte de tu vida, y si no te da las razones de su motivo, a pesar que mereces saber la verdad por haber sido sincera, hay que tener en cuenta que el silencio dice más que mil palabras, y no vale la pena decirle palabras a la persona que solo te da su silencio.

No está mal abrir tu herida y darle la oportunidad de hacerle saber a quien te hace daño, que te lo hace. Es parte de ser humano el estar dolido, porque tienes un corazón y sentimientos, no hay necesidad de ocultarlo.